martes, 22 de diciembre de 2009

Madrugada cruel

Silencio. Las palabras son obscenas en estampas japonesas.

Oblicuidad, luminiscencias, aire perfumado.

Mi carne henchida de manzana amortiguó su quejido.

No fue imposible callarla.

¡Qué dócil en su sorber de lágrimas!

Ángel oscuro; transida de hambre, sed, muerte, mareo.

Saetas me atraviesan el marmóreo cuerpo. ¿Quién me dará el consuelo?

- ¿Morirte? Puede ser…

-

- ¿Cómo que por qué? Los caminos del señor, ya se sabe…

Morirte, sí; secársete los ojos, tronchársete la espalda. Tus corvas, intactas.

Sufre.

Hay razón para ello.

1 comentario:

  1. no hay peor sufrimiento que el sufrimiento sin sentido. éste que leo, dsd tu texto, sí lo tiene.

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